El libro Scivias (Scire vias Domini). Es una obra extraordinaria y difícil de entender. Todo el libro es profético, al estilo de Ezequiel y otros profetas del A.T. y también del Apocalipsis.

En la introducción habla de sí misma y describe la naturaleza de sus visiones. La obra se compone de tres libros, el primero contiene seis visiones; el segundo siete, y el tercero, tan extenso como los otros dos juntos, consta de trece visiones.

El Scivias representa a Dios en su Montaña Santa con la humanidad en la base. Narra la condición original del hombre, su caída y redención, el alma humana y sus luchas, el santo Sacrificio de la Misa, los tiempos por venir, el hijo de perdición y el fin del mundo. Las visiones se entremezclan con admoniciones para vivir en el santo temor del Señor.

Otra de sus obras que resulta muy interesante para nuestro tiempo es el «Liber Vitae Meritorum» escrito entre 1158 y 1163. Santa Hildegarda presenta 35 fuerzas destructivas que el hombre puede experimentar y otras 35 fuerzas antagónicas regeneradoras de la vida. Sus visiones nos revelan que en el cosmos todo es interdependiente, de manera que, incluso el más pequeño de nuestros actos y gestos tiene repercusiones hasta el fondo del universo. La naturaleza de esas repercusiones depende de los actos mismos: si son positivos actuarán en el sentido de regenerar la vida, si son negativos la destruirán.

El Dr. Wingard Strehlow, del que hablaremos más detenidamente, puesto que, en la actualidad es el mayor especialista en todo lo referente a los escritos médicos de la santa, considera este libro como el primer tratado de psicoterapia del mundo.

Fue publicado por primera vez por el cardenal francés Jean-Baptiste Pitra, en las «Analecta Sacra«, VIII (Monte Cassino, 1882).

El «Liber Divinorum Operum» (1163-70) es una contemplación de toda la naturaleza a la luz de fe. El sol, la luna, y las estrellas, los planetas, los vientos, los animales, y el hombre, son en sus visiones expresión de algo sobrenatural y espiritual y, de la misma manera que todo ello viene de Dios, debe conducir a Él.

Los libros de medicina, de los que nos ocuparemos más por extenso en otro momento, son el «Liber Simplicis Medicinae» y el «Liber Compositae Medicinae«; el primero fue editado en 1533 por Schott en Estrasburgo como «Physica S. Hildegardis«. El Dr. Jessen (1858) encontró un manuscrito en la biblioteca de Wolfenbüttel (norte de Alemania). Consta de nueve libros que tratan de las plantas, de los elementos, de los árboles, de las piedras, de los peces, de los pájaros, de los cuadrúpedos, de los reptiles y de los metales. Fueros editados por Migne como «Subtilitatum Diversarum Naturarum Libri Novem«.

Para el hombre contemporáneo, no especialista en teología, la medicina de santa Hildegarda es, seguramente, el acceso más sencillo al conocimiento de la santa y de su legado espiritual. Sus conocimientos sobre las conexiones entre el hombre y la naturaleza, el cosmos y la historia de la salvación no los adquirió ni por sus investigaciones ni por sus experimentos científicos, fueron fruto de su carisma visionario que el Espíritu le concedió.

La visión de la medicina de santa Hildegarda es un regalo para nuestra época. Nuestra medicina se fía solo en nuestros avances técnicos, y está marcada por la influencia de una ciencia sin trascendencia (que no tiene en cuenta en absoluto la dimensión espiritual del ser humano) que principalmente tiene en cuenta lo material y, en todo caso de manera difusa, admite la influencia que tiene lo psíquico en la salud y en la enfermedad. El Dr. Strehlow dice que vivir sin Dios es muy duro.

Para la santa, por el contrario, la enfermedad es siempre un signo de alarma que la Providencia pone en nuestro camino para que seamos conscientes de que caminamos en la dirección equivocada.

La tan conocida historia de San Jorge y el Dragón se interpreta viendo simbólicamente a San Jorge como un ángel enviado por Dios para liberar a un alma, bajo el aspecto de una bellísima joven de altísima alcurnia (más alta es imposible porque el alma tiene origen divino), del cautiverio de sus pasiones, a la vez que libera su espíritu de sus obsesiones.

Escrito por Casa Santa Hildegarda